España apuesta cada vez más por el turismo y no cabe duda de que la mejor forma de atraer a nuevos turistas es invirtiendo en marketing. Por eso, el Consejo de Ministros ha aprobado un contrato de 33,3 millones de euros para campañas de publicidad de España como destino turístico en el ámbito internacional.
Estas campañas abordarán, entre otros aspectos, el impacto del “brexit” y la reducción de visitantes británicos, así como la oportunidad de captar nuevos clientes en zonas asiáticas.
La ministra de Industria, Comercio y Turismo en funciones, Reyes Maroto, explicó a EFE que se trata del primer contrato de estas características que se aprueba desde 2010 y que tiene como objetivo mejorar el modelo turístico.
Entre los propósitos de estas campañas destaca captar nuevos clientes e incrementar la exposición en mercados en los que España no está posicionada como una potencia turística: países de la zona Asia-Pacífico entre los que ha citado China, Japón o Corea, en los que existe una gran oportunidad de captación de turistas.
Otro de los elementos es atender el impacto del “brexit”, que está reduciendo el flujo de visitantes británicos -también debido a la recuperación de algunos mercados competidores- y cuyos pilares están recogidos en el plan de contingencia del Gobierno a fin de dar garantías al turista británico en caso de una salida abrupta del Reino Unido de la Unión Europea.
Marketing para la Marca España
También se busca renovar la imagen de la Marca España para que sea más moderna y destaque por la calidad, mejorando los productos turísticos y actuando también en los mercados emisiones.
Asimismo, Maroto se ha referido a la aprobación de la contratación de un plan de marketing para hacer promoción de la Marca España que se enmarca dentro de la hoja de ruta turística del país, que se mantiene por tercera vez como líder en competitividad turística, según los datos del Foro Económico Mundial.
En este sentido, la ministra en funciones ha señalado que entre los puntos más destacados se encuentra la diversificación, con un turista cada vez más exigente en torno a productos que no son solo de sol y playa, sino de negocios, cultural, o gastronómico; la desestacionalización de los flujos turísticos más allá de los meses estivales o la diversificación geográfica.
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