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Los ojos también mandan: cómo el diseño ayuda a vender hoteles

Buscando incrementar las ventas a través de su canal más directo, a menudo los hoteles navegan sin rumbo, empujados por mareas y vientos de cifras y resultados, persiguiendo a ciegas la ansiada paridad de la que todos hablan.
Un destino al que desean llegar, sin importar cómo, pues han oído hablar de los bienes y riquezas que esconde, de su promesa de rentabilidad. Responsables comerciales, revenues, tripulaciones enteras, invierten un sinfín de horas moviendo precios, modificando tarifas, espiando a su competencia, en una encarnizada batalla en la que sus rivales son tan duros y poderosos como las OTAS o Booking.com. Y hacen bien.
No se equivocan al destinar a tan noble fin el grueso de sus recursos y de su tiempo. Pero… ¿es posible que ocasionalmente, incluso con frecuencia, estén descuidando otro aspecto fundamental del marketing? ¿Cabe la posibilidad de que esa obsesión por los números les lleve también a ignorar, si no a despreciar, cuestiones esenciales de la comercialización, como lo son el diseño, la apariencia, el mimo estético, la creatividad y la calidad visual? Nuestra experiencia en el sector nos cuenta que sí.
El diseño web, y los elementos a partir de los cuales se construye, está perdiendo posiciones en el ranking de los argumentos de venta. Estos y aquellos están de acuerdo en que tiene que haber una página online, y por supuesto se habla de que la habrá. Pero no parece importar mucho cómo será ésta, ni qué colores usará o imágenes mostrará, y mucho menos a qué tamaño o en qué sección. “La clave no está en la cara visible, sino en lo que no se ve, en el engranaje”, comentan.
El nacimiento constante de nuevas aplicaciones de medición, integración o supervisión de datos, naturalmente se abre camino en el mercado, pero lo hace en detrimento de la inversión en imagen de marca, en diseño, en sesiones fotográficas, en redacción de textos, etc., con los evidentes riesgos que ello conlleva. Y es que, desgraciadamente (o no), una correcta filosofía y política de aplicación de tarifas y lectura de datos, no es suficiente para destacar en un contexto de voraz competencia, en el que todos los hoteles, sin importar su condición, localización o poder adquisitivo, acceden con idéntica facilidad a exactamente las mismas herramientas que sólo unos pocos ofertan, repartiéndose el codiciado pastel a partes más o menos iguales.
Mirando a nuestro alrededor, no hay nada que indique que cuidar nuestra imagen no sea, al menos, tan importante como presentar la mejor oferta. Multinacionales de todos los sectores pelean encarnizadamente por resultar más económicos que sus competidores (saben que ese es sin duda un buen gancho), pero también los más atractivos en el plano de lo visual, y los mejores en términos de calidad del producto que ponen a disposición de sus potenciales clientes. Y es que el popular slogan no miente: bueno, bonito, barato. Por eso tales empresas se gastan (invierten) millones contratando a las modelos más guapas, o a los actores más populares, para que a su vez sean retratados o filmados por los fotógrafos y directores en tendencia. Es de Perogrullo.
Con los hoteles no es distinto. Cuando conocemos al dedillo las fortalezas y debilidades de quienes nos rodean, y contamos con la capacidad de igualarlas sin demasiado esfuerzo, es necesario encontrar algo que nos diferencie y nos aleje de nuestros vecinos, detalles que nos hagan mejores, más interesantes. Y es ahí donde el diseño vuelve a jugar un papel único e irremplazable.
“Todo comunica”, repetía sin cesar una conocida mía. Y cuánta razón tiene. El diseño nos define, nos representa, nos hace parecer actuales o antiguos, clásicos o modernos, accesible o intocables, asequibles o prohibitivos. Nadie quiere parecer cutre, disculpen la expresión, ni sucio, ni descuidado. Ni en el trabajo ni en casa. Y de ser así, no puede estar más equivocado si lo que busca en última instancia es vender.
Entonces, ¿por qué vale todo con tal de tener la web en producción y empezar a generar reservas? Quizás mi principal defecto sea de índole profesional, por provenir del mundo de la publicidad, ese que de tan mala fama goza. Pero no se puede explicar que a un hotelero, a un propietario, dueño del negocio que le debe dar de comer, no le importe que su logotipo sea de un color en cada soporte. No tiene sentido que le dé exactamente igual que sean los peores encuadres de sus habitaciones más pobres los que se muestren como reclamo. Es casi un delito que le parezca bien que en su nueva página web la primera línea de bienvenida verse “el hotel fue reformado a principios  del año pasado, en marzo de 2001”. Y lo peor de todo, es terriblemente perjudicial que su canal de venta directa dé la impresión de ser la oveja negra vieja de su rebaño.
Me gusta definir a los diseñadores web de los hoteles como escaparatistas online. Encargados de defender el derecho de los establecimientos a una comunicación digna, a presentar siempre su cara más fresca y actual, a contar con una estética y una usabilidad acordes a las tendencias vigentes, un look and feel que vaya de la mano de la estacionalidad e hitos sociales, a emplear fotografías que roben la atención de los usuarios destacando lo mejor que podemos ofrecerles, e inviten a hacer click y a querer saber más. El derecho y la obligación a tener, en definitiva, una página web intuitiva, sincera y comunicativa, que transmita confianza e invite a reservar desde la tranquilidad y la satisfacción del navegante solitario o en familia, en cualquier dispositivo posible.
Es muy importante que los hoteles no olviden nunca que, si bien los números y los resultados son “los jefes”, los ojos también mandan.

Consejos

1) Cuida tu imagen de marca: es tu identidad y te representa allá donde vas.
2) Renueva tu página cada año o año y medio: las tendencias online son muy cambiantes.
3) Invierte en buenas fotografías: tienen mucho peso en la toma de decisiones.
4) Apuesta por gamas cromáticas afines a la personalidad de tu establecimiento.
5) Deja que quienes saben escribir redacten los textos de tu página web: explícales el “qué” y deja que ellos decidan “el cómo”.
6) La rueda ya está inventada: no se lo pongas difícil al usuario y apuesta por una navegación sencilla, intuitiva, con la que se sienta familiarizado. Y si decides innovar, asegúrate de testear primero.
Imagen Web Design vía Shutterstock

Imágenes cedidas: Shutterstock

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