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Jon Michelena, CEPREVEN: "El éxito de la seguridad es el confort del huésped"

La Asociación de Investigación para la Seguridad de Vidas y Bienes, CEPREVEN, es una entidad sin ánimo de lucro creada y apoyada por la profesión del seguro. La actividad de Cepreven se centra en la prevención, principalmente frente al riesgo de incendio, si bien contempla la actuación en otros campos relacionados con la seguridad.
—¿Qué espacios son los más sensibles en un hotel a la hora de planificar la seguridad de hotel?
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—A modo de preámbulo creo que es necesario reseñar que a la hora de planificar la seguridad de un hotel debemos partir de un enfoque global, incluyendo y coordinando conjuntamente todas las facetas de la seguridad: la seguridad estructural, la seguridad contra incendios, la seguridad contra actos antisociales, la seguridad laboral, etc. Únicamente de esta forma podremos alcanzar unos niveles razonables de seguridad. Debemos considerar de forma muy especial las posibles incompatibilidades entre la seguridad ante accesos indeseados y la seguridad en la evacuación del edificio, ya que se yuxtaponen dos principios excluyentes entre si: “Todo bien cerrado, que no pase nadie” con el de “Todo abierto, hay que salir lo más rápidamente posible”, teniendo en cuenta que, en caso de duda, siempre tendremos que priorizar la seguridad de los ocupantes del edificio.
 
Partiendo de la premisa de que la vida de los huéspedes y del personal es la máxima prioridad, deberemos tener especial cuidado en el diseño del edificio, cumpliendo escrupulosamente todos los requisitos básicos que marca el Código Técnico de la Edificación para el uso “Residencial Público”, dentro del que se enmarcan los hoteles. Esta norma nos garantiza, si cumplimos con su espíritu, más allá de la interpretación literal de sus apartados, que nuestro edificio será fácilmente evacuable y que el incendio no se propagará a otras zonas, gracias a las medidas de compartimentación y a las instalaciones implantadas.
Igualmente debemos exigir que las instalaciones de protección sean diseñadas,  ejecutadas y mantenidas de forma adecuada. Solo así conseguiremos que el día que sean necesarias funcionen correctamente, ya que si no lo hacen no tendremos opción a una segunda oportunidad.
Debemos tener especial consideración con las habitaciones. El fin último de un hotel es permitir que los huéspedes pernocten de la forma más cómoda posible, sin ruidos que puedan perturbar su sueño. Es por ello que los hoteles disponen de una buena insonorización de las habitaciones, que se incrementa a la par que la categoría del establecimiento. Este aspecto, primordial para el desarrollo normal de la actividad, se vuelve en nuestra contra en caso de emergencia: es imprescindible escuchar la alarma o los mensajes de evacuación a la mayor brevedad posible. La norma de diseño de las instalaciones de alarma exige que en la cabecera de la cama la señal de alarma tenga un nivel de 75 dB. Prácticamente nadie comprueba este aspecto y me atrevería a decir que pocos hoteles cumplen con este requisito.
 
—¿Cuáles han sido los últimos avances en control de accesos y prevención de incendios?
—Existen numerosas tecnologías de control de accesos, de gran eficiencia, que pueden implantarse para garantizar únicamente accesos autorizados, pero cuando hablamos de un hotel tenemos que volver a considerar el aspecto primordial para el éxito del mismo, que no es otro que el confort del huésped. No parece razonable utilizar sistemas que le incomoden. El uso de tarjetas de proximidad en habitaciones o ascensores puede favorecer la sensación de seguridad y comodidad que percibe el usuario. Podrían implementarse otros sistemas, como los biométricos (forma mano, cara, huella digital…) muy desarrollados y de coste asequible, pero que, en mi opinión y a pesar de ser más cómodos de usar, pueden perturbar al cliente por la sensación de excesivo control.
En relación a la Seguridad contra Incendios existen sistemas más o menos novedosos que sí mejoran sustancialmente la respuesta ante un incidente y la evacuación de los edificios. Desde los sistemas direccionables de detección analógica, que nos permiten conocer inmediatamente la ubicación del problema con una clara indicación como “Alarma en Habitación 501”, hasta los detectores con sirena incorporada (que sí garantizan el nivel de alarma al encontrarse dentro de la habitación), o los sistemas de guiado inteligente para la evacuación mediante señales luminosas, que pueden cambiar en función de la ubicación del incidente y de la evolución del mismo.
Referencia aparte merecen los sistemas de evacuación por voz. Estas instalaciones no deben de confundirse con la megafonía del hotel, aunque una de sus funciones puede ser esta última. Disponen de una robustez equiparable a un sistema de detección y unos requisitos de seguridad muy desarrollados, priorizando las alarmas sobre cualquier otra función, y garantizan su funcionamiento en las peores circunstancias. Generalmente van ligados a la detección de incendios y pueden interactuar con ésta, adaptando los mensajes a las necesidades de la situación. Cualquier persona, por muy entrenada que esté, responde de forma más rápida y precisa cuando escucha el mensaje “Se ha producido un conato de incendio, evacuen el hotel mediante la escalera del fondo del pasillo y diríjanse al punto de reunión situado en…” que cuando escuchamos una sirena, por muy potente que sea.
Sinceramente creo que antes de pensar en implantar los últimos avances técnicos, el sector hotelero debe de preocuparse seriamente del estado de sus instalaciones actuales y, sobre todo, de la situación de las mismas. Al contratar el servicio de mantenimiento para nuestras instalaciones tenemos dos opciones: buscar un papel firmado por alguien que nos permita demostrar que cumplimos con los requisitos establecidos por las autoridades (no vaya a ser que nos multen) o buscar una empresa seria que realice a conciencia el trabajo para el que la contratamos y que nos garantice la funcionalidad de nuestros sistemas y la seguridad de nuestros huéspedes (no vaya a ser que tengamos un incendio). Ustedes deciden.
 
—Además del circuito de vídeo de seguridad, ¿qué otros elementos tecnológicos ayudan al control del hotel?
—EL CCTV junto con los controles de acceso para las diferentes zonas del hotel, constituyen la base del control del establecimiento. Sin embargo, las nuevas tecnologías nos permiten centralizar los sistemas en una única plataforma, sin que la operatividad de cada uno de ellos se pueda ver afectado negativamente por un posible fallo en los demás sistemas. Si centralizamos en un único puesto las señales provenientes del CCTV, del control de accesos, de la instalación de alarma de robo e intrusión, de la detección de incendios y de las alarmas técnicas, y con él operamos los sistemas de evacuación por voz, los de apertura de puertas, la parada de ascensores, etc.,  habremos conseguido gestionar toda la seguridad con un único operario. Aún siendo éste un factor a considerar, sobre todo desde el punto de vista económico, no es el que conlleva las mayores ventajas. La centralización supone compartir información y esta sinergia permite a los diferentes sistemas actuar de forma coordinada: Las cámara pueden orientase y presentar automáticamente la imagen de determinada zona en el monitor para comprobar una señal de acceso indebido o una alarma de fuego, pueden emitirse mensajes diferentes en función de las señales recibidas, activar sistemas de evacuación inteligentes para guiar a las personas por la ruta adecuada, e incluso pueden presentar el plan de emergencia en pantalla para guiar al operador en las tareas que tiene asignadas.
Siempre tendremos que tener en cuenta que cualquier sistema que instalemos deberá tener un funcionamiento lo más transparente posible para nuestro huésped. Deberá darle sensación de seguridad sin provocarle ninguna incomodidad.
 
—¿Han surgido nuevos riesgos de seguridad para los hoteles en los últimos años? ¿Cómo prevenirlos?
—Aunque por el momento en nuestro país no se ha dado ningún caso, podemos considerar las actividades derivadas del terrorismo internacional como un riesgo a tener en cuenta. Las experiencias vividas en otros países, aunque poco probables en España, demuestran que los grandes hoteles pueden ser objetivo de grupos radicales.
Igualmente pueden producirse ataques cibernéticos que dificulten o impidan la normal operativa del establecimiento o la cadena hotelera.
Ante estos riesgos, además de las acciones llevadas a cabo por las fuerzas del orden, debemos contemplar medidas organizativas que, desde un plan de emergencia y uno posterior de contingencias o de continuidad de negocio, nos permitan minimizar el daño causado y el restablecimiento de la actividad en el menor plazo posible.
Desde el punto de vista de los incendios, los hoteles de hoy son mucho más seguros que los del pasado, pero no debemos bajar la guardia. El conformismo y la falsa seguridad son los peores enemigos a los que nos podemos enfrentar.
 
—¿De qué forma se puede implicar a todo el personal del hotel en los procesos de seguridad?
—El personal es la pieza clave de la que depende la seguridad del hotel. Podrá apoyarse en sistemas de mayor o menor complejidad, pero el factor decisivo es el personal.
Necesitamos un personal que sepa qué hacer en cada momento, ante cualquier situación imprevista, por lo que será necesario formarle en todas aquellas materias relacionadas con la seguridad. Si el personal de planta es capaz de manejar un extintor, o tiene consignas claras de cómo actuar si ve un paquete sospechoso, habremos conseguido incrementar la seguridad del hotel de forma importante.
Practicar el conocimiento adquirido es la mejor vía para recordar lo aprendido. Realizar simulacros de forma sistemática de las diferentes emergencias que puedan acaecer es la mejor forma de garantizar que el personal sabrá llevar a cabo las tareas que le han sido encomendadas.
Ahora bien, la formación y la práctica no solucionan el problema. Son necesarias, pero no son suficientes. Es imprescindible que todo el personal esté plenamente concienciado de que él forma parte de la estructura de seguridad del hotel, aunque sea la última persona del escalafón.
Es descorazonador ver como, en infinidad de ocasiones, una inversión de millones de euros puede verse seriamente comprometida por pequeños detalles como una cuña en una puerta cortafuegos, probablemente puesta para facilitar un determinado trabajo y sin tener la menor conciencia de los graves problemas que puede acarrear.
Para finalizar me gustaría recordar que la concienciación se lleva muy mal con la imposición. Es una tarea a veces ardua, pero siempre gratificante. Saber que todo lo que desarrollemos hoy puede llegar a salvar una vida en el futuro produce una gran satisfacción y justifica todos los esfuerzos que realicemos.

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